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lunes, 2 de noviembre de 2009

Sueños


Sueños

A veces la vida es pura contradicción, eso pasaba con esta pareja. Habían compartido media vida como aquel que dice y ahora...
Pero esta es la vida, el espectáculo debe de continuar.
En la vida real, en el día a día no podían ser, de hecho ya no eran pareja, habían tenido que utilizar la difícil división, donde dos entre dos no da dos sino uno mal dividido, incluso jodido, donde no se puede dividir y se dividieron sudores, risas, llantos , sacrificios. El resultado fue el de malos rollos, mientras los abogados como buitres, piden carnaza y hacen que entre la misma pareja se descuarticen sólo para ellos, así queda luego todo manchado de sangre, de insultos, de trampas, de dolor, pero la función debe de seguir. Tened cuidado en no pisar las vísceras, no les dio tiempo a recoger el fruto de la desgracia.
Eso era la vida, ya cada uno tenía su supuesto amor. Entre ellos lo sabían porque querían romper el pasado. Difícil, pero debían de intentarlo, que podían hacer. Él, le miraba cuando ella no se daba cuenta y su cara se cubría de una mágica sonrisa, pero estaba atento, ella no podía notarlo, porque entre separados no se pueden permitir esos lujos. Como contrapartida, él nunca se dio cuenta, pero ella también le obsevaba de espalda ¡hum tiene mejor tipo, si se hubiera cuidado así antes¡
Y ahora tenía que compartir vivienda, sin ser pareja, ya tenían otra, sin embargo se amaban, se idolatraban, sin poder decírselo. Estaban deseando que llegase la noche, ese era el momento en que la vida les brindaba un poco de disimulada alegría , dormir juntos, como dos desconocidos, como un niño dormido pegado a un escaparate viendo el juguete que jamas conseguirá porque no es para él. Así discurría su vida, la alegría era esa, los sueños, sueños compartidos.
Cuando cerraban los ojos comenzaban sus sueños, los compartían, se los regalaban. Él compartió su sueño con ella: aparecía con esa luz especial que solo el Caribe da, con su piel canela, un vestidito corto blanco con dibujos negros, con esa silueta tan perfecta que le daba sus 17 junios. Entonces ella le regalo a él su sueño: él llegaba vestido de blanco, deslumbrante con esa sonrisa que ella tanto hechaba de menos, la primera sonrisa con la que le conoció. Entonces los dos sueños se unieron, y los personajes recobraron el primer beso que se dieron en el exterior de un restaurante, en su primera cita para comer, fue el beso que nunca se olvidó, porque siempre quedó grabado en el corazón y que se utiliza en los sueños para inyectar un poco de esperanza, un poco de ternura, un poco de amor.
El despertador timbró y los sueños huyeron despavoridos con miedo de que los humanos les acusasen de humanos y les llevaran a la hoguera de la soledad, donde se quemarían convirtiéndose en triste ceniza.
La pareja se miró a los ojos, estaban muy húmedos, eran lágrimas, aunque los dos alegaron, en defensa propia catarro.
El móvil sonó, le llamaba el novio ¿Tuviste felices sueños cariño?
El mejor de lo posibles, le contestó ella con la voz entrecortada.
Pero el espectáculo debe de seguir, y mientras, las lágrimas esconden la magia del sueño, ese resucitado sueño, ese su primer sueño, ese su único sueño.