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lunes, 29 de octubre de 2012

Dos hadas y un soñador

                                                       

                                                           Dos  hadas y un soñador

   Dos hadas y un soñador, porque la noche así lo pidió, porque acariciando sueños y soñando lunas la hadita apareció.

   La noche sabor a caramelo de recuerdo, de añorada piel acariciada, despiertos tan tarde por no poder estar juntos en la física cercanía. Pero hay que cuidar el fuego del amor, no se puede apagar la lumbre del cariño porque hace tanto frío de soledad que...

   Y en esto aparece la hadita... Tan tarde... Ya naneó a la luna norteña, ya acunó a sus deseados sueños.

   La magia comenzó, las palabras en la red se liberaron, soltaron su perfume de adentros y viajamos... Viajamos a los mundos del interior, acariciamos la piel de melocotón de las sonrisas amadas, descubrimos que nos sobran palabras cuando los silencios tanto hablan....

   Que trío... Dos hadas y un soñador... Cuanto han sufrido las alas de tanto volar, cuantas varitas mágicas rotas en egoístas deseos ajenos, cuantos bosques oscuros recorridos, cuantas luces cuidadas con vuestra magia, con vuestro amor.

   Y en medio de las dos, un soñador. Un soñador gozando silencios, leyendo entre líneas palabras de amor, palabras que en su día jamas vieron la luz, palabras mudas esperadas por una madre, palabras queridas de una hija que nunca se atrevió a susurrar, palabras sordas pero melodiosas.... Y todo sin decir quedó dicho, porque las palabras no necesitan salir de la boca con sonoros gritos, basta regalarlas con el corazón. Palabras del corazón que unen distancias fundiendo soledades alimentando la hoguera del amor, un lugar ideal para calentar las alitas y quitarse el caparazón... Sigue, sigue, echa al fuego leñitos de palabra muda de amor... Es que hace soledad de friooooo .... Y la noche, la noche... La noche de la magia alumbrada de sonrisas de hadas...Inolvidable calor entre dos hadas... y un humilde soñador...

domingo, 14 de octubre de 2012

Lo que quiero es que te dejen en paz

                                                 
                                                         Lo que quiero es que te dejen en paz.

   Una de las mejores frases que me han regalado en los últimos tiempos. Se tienen problemas, todos los tenemos. Pero cuando intentas no buscarlos, no crearlos, incluso no salir a la calle por encontrar alguno... no importa, siempre hay alguna llamada que te pone de los nervios y te recuerda: estoy aquí, no te olvides, sigo siendo tu problema.

   Historias del pasado que no quieren quedarse en los empolvados y olvidados libros del último rincón de tus recuerdos. La verdad, se hubiera acabado con todo eso poniendo fronteras, límites totales. No soy hombre de fronteras, pero lo reconozco, debería de haberlas puesto... nunca es tarde.

   Ya me he fijado que a la gente le encanta manejar las vidas de los demás, yo les digo manzanaaaaaas, manzanaaaaaaas da a otro esa manzana envenenada.

   Siento poner fronteras, pero veo que la verde pradera donde puedes contemplar el claro horizonte de mis adentros está siendo descuidado, se utiliza sin permiso, se sabe más de mi hierba que yo mismo. Veo que los que un día disfrutaron de ella, hoy la desprecian pero quieren volver a utilizarla, sin permiso ninguno, quieren volver a ser propietarios y clavar la bandera del pasado, esa bandera descolorida y deshilachada de un país que un día existió pero  hoy por hoy  está acabado.

   Manzanaaaaaaaaas manzanaaaaaaaas, ya te dí las costillas Eva, come tú el fruto prohibido y te aproveche. No como nada robado, como de mi esfuerzo, de mi trabajo, de mi día a noche. Me alimento también de personas especiales que día a día están a mi lado alentando y dando ánimos, ayudando al caballo perdedor sólo porque vieron su nobleza, su interior. Gracias es una bonita palabra que os adorna.

   Manzana, manzanaaaaaaa, no la quiero, veo como en las películas de romanos que pueden estar envenenadas. De verdad, intento vivir, recuperar el derecho de mi existencia, por eso no me quiero manzanas envenenadas, cambiar de cuento por favor, os va mejor el de la chicharra, eso sí, por favor dejar a la sudorosa y trabajadora hormiga que pase su merecido invierno caliente en su hogar. Las nieves llegan y después de lo de ahora no quedará nada, dejar a la hormiga, se lo ha currado mientras las chicharras despreocupadas cantaban.

   Manzanas, manzanaaaaaaas, que no, no las quiero, las cambiare por Granada, y tú estarás a mi lado por tu apuesta, porque supiste ver los adentros, el trabajo, el castigo, el sufrimiento. Tú estarás, miraremos las nieves, las nieves  de Sierra Nevada desde la Alhambra. Tomaremos te, nos pasearemos entre humo de sabor a fruta y desierto, recitaremos poemas a la Luna, fundiremos la nieve con calor de amor.

   Para que quiero manzanas si están envenenadas... Siempre nos quedará Granada.