ESCUCHA EL AUDIO DEL CAPÍTULO 19 PUNTO Y FINAL
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UNA HISTORIA DE ELVILLAR
Aventuras y desventuras de un "Villarejo" de la familia García de Santiago.
Autor: Daniel Olano Pérez
A Daniel por su creación y amistad.
Estos hechos comienzan a finales del S. XII y terminan a mediados del S. XIII, en plena Edad Media, y narran la vida de un VILLAREJO nacido en el seno de una familia y en una época, quizás, equivocada.
Último capítulo, gracias Daniel por estos bellos momentos que me regalaste con tus letras.
CAPÍTULO 19
PUNTO Y FINAL.
A comienzos de marzo, don Julián, el clérigo de Elvillar, que parecía salir de ésta, repentinamente empeoró sufriendo grandes fiebres. Su cuerpo se debilitaba día tras día y sintiendo que su final se acercaba, hizo llamar a Juanillo, que presto acudió a su petición.
Cuando entró a sus aposentos, se encontró a un don Julián demacrado y muy delgado, quien con un gesto de su mano, le pedía que se acercase a él y se sentase en su camastro, diciéndole a continuación con un hilo de voz:
-Juanillo..., te pido que me perdones ante Dios..., por tol daño quetecho... ¡ mira como estoy!... Dios me ha castigaú por mis pecaus... y me lo merezco.
-¡No don Julián!... ¡No!..., Dios no te ha castigaú, Él nunca lo haría. Has sido tú, pensando que Él lo haría. Y además tienes que saber, que Dios ya te ha perdonáu porque yo nunca te lo he tomaú en cuenta..., pero sí de algo te sirve, ¡cómo no te voy a perdonar, don Julián! Todos nos equivocamos alguna vez don Julián, y yo el primero. ¿Tacuerdas lo que te dije aquel día?
Don Julián, dibujando una leve sonrisa, le contestó mirándole a los ojos:
-Pues la verdá que no..., no macuerdo de na.
-Yo sí necesito que me perdones don Julián..., lo que te dije no me salió del corazón..., ni tan siquiera lo pensé..., me salió de las tripas..., y como me dijo alguien que usté bien conoce <las palabras que nacen de las vísceras, no son buenas consejeras>
-Ya la conozco..., ya... Menudo susto me pegaste Juanillo...
Y cogiéndole la mano con la suya, don Julián alzó su mano derecha y haciendo la Señal de la Cruz dijo:
-Por el poder que ma dau Dios... yo te perdono todos tus pecaus... y a Dios Misericordioso... le pido también... que las puertas del cielo se abran pa ti... Juanillo. Que Dios... y la Virgen de los Desheredaus... te bendigan. Y aura... déjame descansar... un poco... hijo mío.
Nada más salir, Juanillo mandó llamar a don Genaro para que le diese la Extremaunción.
A los tres días, don Julián falleció, y Juanillo continuó su camino junto a su esposa Beatriz y su hijo Danielito, ya con 20 años y a punto de contraer matrimonio con una bella doncella venida de Labraza que contaba con 18 años...
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Muchas gracias a Daniel Olano por estos relatos y a Santiago por plasmarlos aquí. Espero volver a saber del autor y que nos deleite con nuevas historias de gente corriente del pasado. He disfrutado mucho de su escritura sobria y culta y, también, de los montajes tan enriquecedores de Santi, el montador.
ResponderEliminarMuchas gracias por ser fija en comentar, gracias de verdad. Yo también espero que Daniel siga escribiendo a su ritmo y sin más pretensión que entregar como aquí su corazón. Un pajarito me ha contado que en algo está trabajando, espero que lo disfrute y que nosotros podamos hacer lo mismo.
ResponderEliminarMuchas gracias Olga