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¡Qué lástima!
Al poeta Alberto López Argüello,
tan amigo, tan buen amigo siempre,
baje o suba la rueda.
¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca...
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¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por la ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias de Pastrana.
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas...
¡Qué lástima! Qué lástima que en España se conozca más a los 'influencers' que a León Felipe. Gracias, Gorrión, por rescatar a este Poeta de las garras del olvido.
ResponderEliminarUn abrazo,
Ismael.
Felicidades 🙏
ResponderEliminarMe encanta el comentario de Ismael.
Gracias por compartir 😍
Abrazo desde Orihuela 🫂
💜
(:-{)))
Gracias Ismael por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo contigo que pena con los tesoros que tenemos y están ocultados que no ocultos... Resucitemos a estos Lázaros de sabiduría, gracias por las charlas tan amenas e interesantes.
ResponderEliminarGracias Francisco por tu comentario, eso es lo que debemos de hacer al igual que tú. Un abrazo desde La Alcarria, cerca del pueblo donde estuvo León Felipe a esa tierra de mi admirado y querido Miguel Hernández.
ResponderEliminar💜
EliminarMuchas gracias, Gorrión por recordar nada más y nada menos que a León Felipe que es una lastima que las nuevas generaciones, no lo conozcan . Fantástica locución como siempre y la sonorización es espectacular. Espero que nada se pierda el audio... porque sería una lastima. Gracias amigo mío un abrazo enorme, Cuidate mucho. 🙏🏻💯👏🏻👏🏻👏🏻📚❤️❤️
ResponderEliminarMuchas gracias a ese anónimo corazón... Gracias Rebeca por tu comentario y sí es una pena que las nuevas generaciones por culpa de este sistema, supuestamente educativo, no conozcan esta poesía tan olvidada pero a la vez válida para estos tiempos de manipulación etiquetados con la palabra democracia... Tiempos veredes Rebecaaaaa.
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