ESCUCHA EL AUDIO DE SUS MIRADAS SABOR A CIELO.
SUS MIRADAS SABOR A CIELO.
Autor, montaje y locutor:
Santiago Cerro, el Gorrión de las Ondas.
A Oscar por acompañar
a mis descalzos pies
recorriendo el sendero
de la amistad.
Una tarde más en la soledad de mi trabajo, aunque la verdad, mientras voy limpiando mi alma ante esta indeseada realidad. Las cosas no son como las quiero, son como ellas quieren ser y eso nunca lo cambiaré.
La carretera lentamente deshace sus monótonos kilómetros robándome el tiempo, atrapándome un día más en mi trabajo, es el obligado precio que me pide el mundo para que lo pueda habitar, y no digo vivir, porque eso es una cosa muy diferente.
Me siento un incomprendido y solitario lobo ante tanto cordero de cabeza gacha, siempre sufro pero jamás los quiero atacar y me muerdo a mí mismo al ver que nunca hacen nada ante tanta maldad. Mientras, esperanzado intento pensar que algún día la injustica tendrá que acabar.
Mi soledad es mi escudo, mi refugio, mi altar. Noto como una lágrima producto de la impotencia intenta asomarse al mundo y... Sonrío, sí, sonrío. ¿Por qué ahora me sucede esto?
Creo saber la respuesta. Desde hace unas semanas, un recuerdo cambió mi vida.
Lo que creí iba a ser otro servicio más, un pesado viaje machacando las horas de la tarde hasta que llegase la noche, la hora de salir del trabajo a la ansiada libertad fue algo totalmente distinto.
Sería un trayecto de ida y vuelta con otro enfermo, uno más... Pero no fue otro más, le acompañó una enfermera. Pensé en la incomodidad de que la compañía rompiera mi rutinaria soledad... Pero, cómo explicarlo, agradezco al destino el viaje que cambiaría mi vida.
Al subir la enfermera a la cabina, noté su blanca luz como si se tratase de la de un ángel . Desde el primer momento sentí algo muy agradable como la sensación de una energía gemela, algo que mi alma estaba pidiendo desde hacía mucho tiempo. Fue ella con una alegre sonrisa y con SUS MIRADAS SABOR A CIELO.
Hablábamos las mismas palabras, incluso en los silencio, nuestras miradas se escuchaban, sus ojos azules me curaron el alma, en muda contemplación la amé y sus ojos azules, sin decir nada, me acariciaron. El recuerdo de sus ojos, su sonrisa y la complicidad de nuestras miradas han quedado por siempre en mí.
Y es que nuestras almas se dijeron todo y más, pero sin una sola palabra, no hizo falta, el lenguaje de nuestras miradas creó la magia de un gran recuerdo...
Cuando tengo una mala tarde no siento tristeza ni sale ninguna lágrima porque el dulce recuerdo del azulado paraíso de sus ojos es el talismán que me protege. Ya nada malo me afecta ni este mundo ni estos absurdos tiempos que me castigan porque llevo siempre en mi recuerdo: SUS MIRADAS SABOR A CIELO.
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