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UN NIÑO CON ARRUGAS.
A Begoña, Isabella e Ismael
que el bello poema es de él.
Al levantarme esta mañana comencé con mi ritual. Algo diferente me pasó hoy al mirarme en el espejo, vi reflejadas las arrugas de todos los días pero, mi cara era la de niño.
¿Pero cómo era posible eso? Tenía las arrugas del presente, pero con la cara del pasado, la de niño. Quise saber que estaba pasando. Fui a sentarme al sillón de lectura con un espejo de mano, por si acaso el del baño estuviera estropeado. Volví a ver al mismo de antes, al niño, pero arrugado. A veces achaco las cosas inexplicables a vivir abrazado por la soledad, pero en este caso no lo veía nada claro.
En el sillón orejero, tantas veces testigo de mis placeres de lector y con la curiosidad de un niño aprendiz de hombre, debería buscar la respuesta al enigma del niño con arrugas. ¿He dicho curiosidad de niño, enigma del niño con arrugas? Creo que nunca crecí, tampoco lo deseo. No sabía que estaba pasando, era todo tan confuso. Quizá fuera una señal para buscar algo más y no quedarse en la simple apariencia, seguro que había un camino para hallar la respuesta.
Me acerqué a la estantería desorientado, sin saber por dónde comenzar, cuando de repente, escuché un ruido a mis espaldas, plaf. Giré la cabeza y vi un libro que había caído del estante quedándose abierto en dos partes y como bien dijo Cervantes: Si se cae un libro del estante, léelo, no seas ignorante.
No quise saber el título hasta estar sentado. ¡Oh, Señor, he aquí que mi pregunta ya tiene contestación! La respuesta me la daba un poeta, Ismael López Gálvez, con su poemario Del mito al Eros y el poema que aparecía en la parte en que quedó abierto al caer al suelo. Leí con mucho entusiasmo y, efectivamente encontré la solución al enigma del niño con arrugas del espejo con el poema que dice así:
EN ESO CONSISTE AMAR.
Y que nuestra vejez sonría al mundo
desde su aceptación de la catástrofe.
Luis Alberto de Cuenca
Cuidémonos la juventud
y la mañana,
que nuestra caricia disfrute la piel tersa
y la belleza del cuerpo,
pues la catástrofe sobrevendrá como la lluvia
y arrebatará el color de la rosa en su voluntad
de imponer el blanco y negro.
Entonces amémonos la vejez
y la noche,
que nuestro abrazo consuele las heridas
y el surco de las arrugas,
pues Propercio dijo la verdad,
y Aurora estampó «besos
una y otra vez en los cabellos canos» de Titono,
lamiendo su decrepitud
y eternizando el deseo.
En eso consiste amar, en aceptar que un día
dejaremos de ser los mismos
para cuidarnos
como si fuésemos los de antes.
(Del mito al Eros, 2022)
Aceptar que un día dejaremos de ser los mismos (en cuerpo y no el alma), para cuidarnos como si fuésemos los de antes, esa es la clave, Begoña, cuidarnos con pareja o desparejados sin dejar de ser nosotros mismos, los de antes, los de ahora, los niños que nunca crecen y se levantan esperando otra nueva aventura.
Si me has comprendido, sonríe, porque a pesar de que la piel sea tersa o arrugada debemos vivir con el entusiasmo de un niño aprendiz, disfrutando cada segundo con lo que tenemos, no necesitamos mucho más, levantarnos en cada caída, sonreír y resucitar agradeciendo cada amanecer...
Y es que En eso consiste amar, sentir, regresar al principio para planchar las arrugas y disfrutar de los pequeños grandes momentos de felicidad que te da el privilegio que tenemos pudiendo cada día vivir.
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