Los títulos

Los títulos

Voy a referiros una anécdota de mis tiempos de mensajero, un tío de treinta años tiene que cambiar nuevamente de partitura, sacarse el carnet y montar por primera vez en moto para comenzar a trabajar de mensajero. Y mi primer contacto con una moto, fue a la que tanto ama mi amigo Ilusín, LA VESPA.

La guardo mucho cariño, porque me ayudó a recomenzar una nueva vida, sacando un nuevo hogar y una nueva familia para delante. Fue duro, se pasan muchas calamidades, estás todo el día expuesto a la climatología y lo que es peor, a tener un accidente, con tu cuerpo como primer pago al suceso, de verdad es jodido cuando llevas el lastre de tener que sacar una familia y cobras por servicios.

Esto es un servicio como el del taxi, solitario, aunque estás en constante contacto con la gente, lo cual te hace ser bastante observador. Os contaré un caso que me sucedió y me ayudó a reflexionar, porque aunque la gente me mirase por encima del hombro, esos que se creían superiores, quizá tenían un peso sobre sus cabezas del cual yo carecía. En cualquiera de las profesiones que ejercí, siempre guardé secreto profesional sobre los nombres, para no hacer daño a nadie, este relato es simplemente una enseñanza, no se trata de echar carnaza para deleite del personal.

Bien, sucedió ha tiempo, yo tenía la misión de entregar un sobre en……. a ……. Señor-a, con unos títulos del copón. Menuda finca, increíble, no sé como una persona puede tener tanto. Primero se pasaba por un control con sus correspondientes empleados. Después te mandaban atravesar unos jardines de película, la verdad que el ruido del tráfico se paralizaba, parecía que entrabas en otro mundo, ¡que paz solo árboles centenarios y el canto de los pájaros¡ la verdad que es un recuerdo agradable que aun hoy día, cuando paso enfrente de dicho lugar, viene a mi mente esa imagen de paz en medio de una ruidosa ciudad.

En la puerta del palacete me aguardaba el mayordomo, me dijo que le siguiera y yo lo agradecí pues era tan grande que de seguro me hubiera perdido. Impresionante, unos pasillos con una anchura de salón y unos techos de una altura inusual en las casas de los pobres. Entré por una cocina que se parecía a la de un hotel, me pregunté como se podía necesitar un cocinón tan grande para hacer una mierda de tostada, que injusto es el mundo. A continuación desembocamos en un salón como diez veces mi casa, me quede con los ojos como platos, pero no por la extensión del recinto, no, no fue por eso.

Era un salón en el que la mitad de las paredes estaban completamente llenas de títulos enmarcados, pero como puede tener una persona tantos títulos, me puede alguien decir de donde ha podido sacar tanto tiempo para sacárselos. Creo que no eran de estudios, eran de esos que llaman nobiliarios, no sé como ni donde los regalan, la verdad tampoco me interesa nada. La otra mitad del salón estaba plagadita de cuernos, si cornamentas de esas retorcías, de cabras, de renos, de ciervos, de…. La verdad, no le puse mucha atención porque los cuernos son una cosa que me da mal rollo, los cuernos y el doctor cuanto más lejos mejor.

Impresionado no pude por menos de preguntar: -Por favor señor Bautista (supongo era su nombre, porque en las películas siempre lo es), ¿sería usted tan amable de decirme de quien son tantos títulos y tantos cuernos?

Con una sonrisa un tanto pícara me contesto: - Señor mensajero, los títulos son de la señora…., y los cuernos son del señor….

Como es la vida, yo me creía la persona más infeliz del mundo con ese trabajo, pero, como puedo pensar eso, a la vista está, SI PARA TENER TANTO TÍTULO LA SEÑORA EL SEÑOR TIENE QUE TENER TANTOS CUERNOS…… ¡Quita, quita, soy el hombre más feliz del mundo¡ Muchas gracias por abrirme los ojos señor Bautista, y aquí se queden con sus títulos y sus cuernos que yo me marcho con mi Vespa.

Señores mejor ganarse la vida trabajando hecho un toro, de cejas para abajo, que no tener tanto título sin currar por ser un toro de cejas para arriba.