
Carta a una hija resucitada
Querida y resucitada Irene:
El motivo de la presente es soltar mi herido corazón y agradecerte que decidieras formar parte de mi vida. No pude ver tu nacimiento, estaba dispuesto a entrar a recibirte, pero eran otros tiempos y no lo permitieron en La Paz, me dolió mucho, con tus otros hermanos tuve mucha suerte, me dejaron recibirlos, pero siempre recordaré vuestros primeros momentos de vida, sí, allí estuve yo, han sido uno de los instantes más hermosos de mi vida. Gracias por esos mágicos instantes y gracias por haber elegido a esta humilde personita, no os merezco pero “es lo que hay” y de verdad, hago todo lo posible por enseñaros cosas importantes para ser unas buenas personas en el paso por la vida y me siento orgullosísimo por ver como sois actualmente, os quiero.
Irene tu fuiste la primera, un milagro ver como una personita vino al mundo ¡como te disfrute¡ La vida no va como uno quiere y ya sabes, todo cambió, lo siento mucho, no era mi intención pero ….
Me quedo con los buenos recuerdos de tu sonrisa, de tu carita con el tete, los paseos por el Burgo Centro los dos solitos, tú agarradita a tu Fraguel, ¿creías que me había olvidado? No Irene, tú eres un pedacito de mi dañado corazón y eres parte de mí, siempre lo fuiste.
La vida cambia y tuvimos que dejarnos por las circunstancias, vi que te utilizaban y perdona pero tú no eres ningún objeto, no, eres mi hija. No culpo a nadie, fue el pasado y es lo que sucedió, no a los rencores, no a los odios. Como no me gustó eso decidí no sufrir más y que tu madre disfrutase de ti, debías de morir, sí así de duro, pero en tu tumba grabé “hasta los 18 mi niña”.
Fue una premonición, llegaste a esa edad y me llamaste por teléfono, Irene, lloré de alegría al oír tu voz después de 15 años, sé que a ti te pasó lo mismo, tía eres hija mía, y muchos tics los has heredado de mi, no lo puedes negar. Gracias por haber escogido el corazón para muchas de tus acciones, no te importe que te dañen más de una vez, eres un cielo y hoy que hemos estado charlando he llegado al éxtasis de la relación padre hija, como has cambiado, eres una mujer y muy buena, por cierto. Me alegro de tener una hija como tú. Gracias por tu charla, eres una persona que sabe lo que dice, gracias por tus besos, saben dulces, eres miel, gracias por tus abrazos, me calentaron el corazón, gracias por el paseo agarraditos, hacía tanto que no te sentía tan cerca.
Hija, te pido perdón por no haber podido realizar todo te camino juntos, la puta vida es así, pero esto no es el juicio de Salomón, no te podíamos partir en dos y renuncié a ti por tu madre, se que ella te necesitaba mucho, es por eso que siempre te digo que le ames, que le ayudes y comprendas, pero recuerda, actúa siempre siguiendo tu buena conciencia y a tu corazón, no siempre acertarás, pero es que nadie es perfecto, te lo dice tu padre, rey de la imperfección.
Sin más que agradecerte la vida que me has dado hoy y ponerme a tu disposición siempre y en todo momento, soy tu padre y te amo, tía te quiero una jarta, recuerda que estoy a tu lado y que te aaaamooooooo.
Un besazo y espero te guste esta humilde carta, mi hija resucitada, que un día enterré para que no sufriéramos ninguno de los tres, quizá no acertase o quizá sí, el caso es que estoy orgulloso de ver en que personita te has convertido sin mi ayuda, me hubiese gustado poder haber estado contigo en los momentos que has pasado malos, pero es lo que hay, aunque ya ves, en instantes dolorosos de tu vida acudí a tu llamada y procuré estar a tu lado lo poco que pude o me dejaron las circunstancias, pero allí estuve.
Irene tu padre te idolatra y te quiere un besazo y sigo esperando vernos más a menudo, o vernos los dos aunque no venga menudo.