16 Tuyo es mi corazón.
Autor: Rubén García Cebollero.
Al Maestro Samurái, Rey Cabra,
Señor de los amaneceres.
PRÓLOGO
Me ahogué, cuando tenía 18 años. Estuve diez minutos bajo el agua de una piscina, pero, como diría Gila, fui un mal ahogado, y no llegué a morirme del todo.
Mi suegro, que era natural de Massanassa, y mi abuelo, que en paz descansen, tenían la costumbre de consultar el tiempo, y de mirar el cielo, como quien considera próximos los peligros del agua.
Al publicar este libro dejo pendientes otros tres poemarios, ya escritos, para el próximo año, y en este aúno Las espumas del naufragio, con una antología, siempre injusta, de 50 poemas, entre los que se ha colado alguno inédito, y que he sentido que debían formar parte de Tuyo es mi corazón.
Aún cantan unos versos de Louise Gluck que: "en la infancia/ pensé/ que el dolor significaba/ que no era amada./ Significaba que yo amaba". Como ha escrito Juan José Millás, en estos días: "el Estado llegó tarde y el jefe del Estado tardísimo. Nadie llega a la hora".
Si me pusiera a dar las gracias a todas las personas que he conocido a lo largo de la vida (poetas, escritores, novelistas, ensayistas, etc.), que han ido dando eco a una forma de estar, de ser, de construir, sé que me faltaría, tiempo, palabras y sería probable que algo se me quedara en el tintero. Así que dejo aquí un gracias inmenso, para quienes lo saben y también para quienes lo desconocen. Un merecido gracias con abrazo de urgencia...
EL ESTADO DE LAS INCOMPETENCIAS
Los robots nunca comprenderán el sufrimiento
y la obstinación por expresar lo inexpresable.
Ana Blandiana
Cuando pasen los años
y alguien mire hacia atrás
en busca de respuestas
notará que en la foto siempre faltan
aquellos que han negado a la ciencia,
o quienes desoyendo a los técnicos
creían que iban a ser tan solo cuatro gotas,
o que las emergencias son solo chiringuitos,
o que después se tiraron los trastos
por seguir manteniendo su poltrona
aún con el calor reciente de los cadáveres (vecinos)
de todas esas vidas invisibles
que jamás se concretan en ninguna estadística.
Nadie quiere asumir tanta vergüenza.
Y es fácil buscar cualquier culpable
antes que aceptar que todos
han elevado al máximo la inutilidad
y han alentado las jaurías del odio,
las de quienes no van a salvar a ningún pueblo,
y se frotan las manos por el simple poder,
por la pésima gestión, por hallar una vía
para poder contemplar desde el sillón del lucro
con almas de robot y cerebros vacíos
los restos del naufragio,
todo el dolor que causa, y seguirá causando,
el estado de las incompetencias.
EL RESTO DEL POEMARIO LO PUEDES ESCUCHAR EN EL AUDIO.
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