
Me gusta, mirar a cada uno de los pasajeros, sus manos, la expresión de su rostro, el nerviosismo, la tranquilidad que llevan, pero sobre todo me encanta mirarles a los ojos. Pienso que los ojos de las personas abren su mundo interior y expresan sus sentimientos, la mayoría de las veces los ojos hablan, pero la gente no lo sabe, aunque muchos sin saberlo lo intuyen, fijaros en los mentirosos, cuando utilizan la mentira no pueden mirar a los ojos a quien le escucha, es automático, pero rehúyen la mirada, los ojos hablan.
Estación de Atocha, las puertas del convoy se abren, con gran rapidez salen los viajeros, ya se van un montón de historias y ahora entran nuevas, es como la vida, vienen y se van, pero el tren no para, sigue tiene que transportar más vidas.
Entonces entró ella, linda y discreta mujer, venía con una gran maleta que gracias al invento de la rueda trasladaba, se notaba pesada. Atisbó si algún asiento quedaba libre, había uno frente a mí, se dirigió a él y se sentó. Se le notaba el cansancio.
Fue entonces cuando me fijé en ella, tenía un pelo largo y moreno, bien cuidado, se le ve una persona que se cuida. La piel blanquita, las mejillas rojas del esfuerzo quien sabe cuanto lleva tirando de la maleta. Ya sentada recuperó el aliento y se relajó. Tenía algo especial en la mirada, una chispa especial mezcla de alegría con un fuego interior, pero no miraba nada en concreto, la mirada parecía estar oteando su interior. Aproveché para ver sus ojos y la historia de su vida vino a mi encuentro: es brasileña, el color blanco ese le conozco, me es familiar, seguí entrando en su mirada, es joven pero ha pasado lo suyo, ha estado al borde de la pobreza, lo ha pasado muy mal pero nunca ha decaído, tiene una estrella que le ayuda, es una Leo. Con su fuerza interior junto con Dios y su trabajo empezó a salir del abismo y consiguió no se sabe como construir una pequeña casa, estudió en la Universidad ayudada por los trabajitos que iba encontrando, salió adelante ¡que fuerza¡
Vendió lo poco que tenía, gracias a eso y algunos préstamos consiguió un billete de avión para el país donde los sueños se hacen realidad, bueno eso dicen los cuentos, pero cuando ves esperanza vas de cabeza a su encuentro. Llegó y se quedó de ilegal, pero siguió luchando, y encontró lo mejor de su vida, un hombre con el que formó familia y tuvo una linda nena. Ahora felizmente casada, sigue luchando pero no está sola, le acompaña su amado Dios y su adorable familia. Orgullosa luce su esfuerzo, esta maleta es su medio de vida, vende una ropa preciosa un tanto especial, la vende en casa de sus clientes que ahora son amigos, no tiene coche, sólo piernas y transporte público, recorre todo Madrid y alrededores, pero ese esfuerzo ayuda junto al de su marido a llevar adelante a su familia. Orgullosa piensa, empecé con una bolsita de plástico y ahora tengo un maletón, sudo más pero no es en vano.
Ha llegado a su estación, se abren las puertas y sale con esa sonrisa que ilumina todo el andén. Sin poder evitarlo salgo tras de ella, no puedo quitar la vista de su silueta que va quedando la última, esa maleta pesa. El andén queda vacio, el estrépito del metro terminó, sólo queda el repiqueteo del sonido de sus tacones unido al chirriar de las ruedas de la maleta. Poco a poco desaparece el sonido y su figura desaparece dejando tras de sí una luz especial, la luz del esfuerzo, la luz de la esperanza.
PD: Este post está dedicado a las mujeres en general y en particular a aquellas que se hayan sentido identificadas en algún momento con algunos de los rasgos: que sean trabajadoras, que luchen, que dejaron todo en tierras lejanas, que cayeron y se levantaron, que tienen estrella, que tienen un Dios, que la fuerza de su interior le acompaña, que ama a su marido, que enloquece por su hija, que tiene chispa en la mirada, que suda por tirar de la maleta, que sonríe, que usa tacones, que….