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¿Cambiaron a Platero por vil dinero?
Autor y locutor:
Santiago Cerro. el Gorrión de las ondas.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con
su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo
llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece
que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Bellas palabras de un Nobel… Don Juan Ramón Jiménez, nos
dejó tinta de corazón en su obra, Platero y yo; pero así sin más, para la
memoria de la sociedad en el olvido cayó.
¿Es que quizá, esta ruin sociedad a Platero plomo lo dio, tal
vez fue trocado por plata o ropa de marca?…
Yo sé lo que pasó, porque en cada nueva luz de amanecer,
Platero, pasea con gracioso trote por estos campos, en compañía de pájaros, perros,
y gatos.
Recorriendo el camino, para de vez en cuando a escuchar un
melódico trino; después levanta el hociquito y con sus azabaches ojitos, al
cielo, lanza besitos sabor de caramelo. Y nuevamente, con su gracioso
trotecito, regresa con sus amigos de bolsillo vacío, que felices van acariciados
por madrugadora brisa, la melodía del río entre cristalinas gotas de rocío.
Platero, no quiere regresar a esa supuesta “perfecta
sociedad”. Harto quedó, de los semidioses mal juzgadores, que premian al
corrupto trepador y castigan al honrado luchador, ese que jamás se arrodilló, ante
ninguna iglesia, ni ante un rico, o algún poderoso señor, porque nunca, un
vasallo se sintió, su verdad, valor y dignidad (lo poco que tiene un pobre) en
la vida venderá.
Hay gente noble sin títulos, sin pertenecer a la nobleza, gente
que no usa etiquetas, esas etiquetas que los tramposos llevan a las ricas
fiestas. Platero, odia la mentira, a corruptos, a los getas, la injusticia, a poner
falsas etiquetas y por supuesto, les falta el respeto, a los diputados de lo
políticamente correcto.
Nunca comprendía, a las pavoneadas personas, del dorado de
fuera y el vacío por dentro. Estos zombis que nunca miraban al cielo, sólo a escaparates
con sus ojos ciegos porque sólo distinguen el color dinero. Platero, triste
decía: ¡Que no, que no, esto no lo quiero yo!
Por eso, un buen día decidió no rebuznar más, ponerse a
pensar y en los libros, buscar la verdad. Al darse cuenta la hipócrita
sociedad, con muy malos gestos dijeron: “Si el burro no rebuzna, si el burro
empieza a pensar, este burro, no nos vale de naaa” …
Y así, en un bonito amanecer, Platero con alegre y decidido
trote, para el campo se nos fue. Poco necesita para su cuerpo poder mantener:
sol, agua, un poco de pasto para comer. Al alma, lo alimenta de puro amor,
desde que la madre naturaleza lo acogió.
Un paseo por un humilde camino, vida le da, los bellos
colores de trigales y amapolas, alegran su vista, el canto de un pájaro, un
saludo, un abrazo, una caricia surcando su piel algodón, esto sí que es vida,
lo demás no… y entonces, mira al cielo diciendo: ¡Qué más puedo desear, si
tengo de tooo…ya no necesito más naaa!
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