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domingo, 12 de marzo de 2023

UNA HISTORIA DE ELVILLAR. CAPÍTULO 8 JUANILLO SE VA A LABRAZA.

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UNA HISTORIA DE ELVILLAR

Aventuras y desventuras de un "Villarejo" de la familia García de Santiago.

Autor: Daniel Olano Pérez


A Daniel por su creación y amistad.

Estos hechos comienzan a finales del S. XII y terminan a mediados del S. XIII, en plena Edad Media, y narran la vida de un VILLAREJO nacido en el seno de una familia y en una época, quizás, equivocada.



CAPÍTULO 8

JUANILLO SE VA A LABRAZA



La estancia de Juanillo en Elvillar duró poco tiempo, pues D. Alfonso Fernández, aquel caballero de Laguardia que por su amistad consiguió que le acompañaran los dos primos para librar aquella famosa batalla de Las Navas, le llamó para que fuese junto con él como escudero, a servir al rey de Navarra a la plaza fuerte de Labraza del que había sido nombrado Alcaide de la fortaleza ese mismo año de 1216.

Acompañado de su padre Juan con 58 años, su madre Ysabela con 47, su hermano Ambrosio con 20, un sobrino hijo de su tío Sancho de 21 años y él (Juanillo) con 28, junto con D. Alfonso Fernández y su familia, más una hueste de cuatro soldados de Laguardia y dos carretas tiradas por dos caballos cada una, se dirigieron a la Villa de Labraza que también había adquirido "Fuero" el mismo año de 1164.

Eso fue a la mañana temprano del 12 de febrero de 1216...



A su paso, los hombres de la Villa les saludaban y vitoreaban dándoles la bienvenida, mientras las mujeres blandían sus pañuelos apostadas en las estrechos ventanucos a modo de saeteras, aunque de menor grosor que éstas, que protegían sus habitáculos, cuando de una de ellas un pañuelo se deslizó serpenteante hasta caer al lado de la montura de Juanillo. Parece ser que la gente del lugar ya conocía que ambos habían participado en la famosa Batalla de Las Navas de Tolosa.

Raudo, Juanillo se apeó de su caballo Azabache recogiendo con sumo cuidado el susodicho pañuelo que a él pareció olerle a agua de rosas y jazmines, lo alzó y vio como una bella doncella se ruborizaba y señalaba con gesto delicado que era suyo...



Y agarrándole del hombro le dijo...

-Sólo quiero charlar un rato de amigo a amigo contigo Juanillo... Tengo una sensación que me preocupa...te noto un poco apagau ¿no será...?

No le dio tiempo a decir más, cuando Juanillo respondió...

-No lo sé Alfonso, eso mismo me he preguntau yo cuando me he levantau de la cama, pero ¡sí!...quizás pueda ser por ella... no puedo dejar de pensar en esa cara tan bonita, en esa sencillez y timidez, pero... me siento un poco mayor pa ella, igual ni tan siquiera se ha fijau en mí.

-Mira Juanillo, el amor no entiende de edades, sólo sabe de sentimientos y esos hay que conquistalos como si de una batalla se tratara..., si quieres ganar tienes que pelear... y además qué quieres ¿Qué esas emociones que tienes se las cuente un pajarillo que pasaba por allí?...



Se apeó de su montura acercándose hacia ella con paso sigiloso, y con voz entrecortada le susurró por detrás...

-¿Permite que le ayude mi hermosa doncella?

Ella pegó un brinco que a punto estuvo de romper el cántaro, que gracias a los reflejos de Juanillo, éste logró sujetar, pero quedando los dos paralizados frente a frente como si de estatuas de sal se tratara, sin saber qué hacer, hasta que, tras un pequeño momento que a ambos les pareció una eternidad, acertó a pronunciar Juanillo...

-Perdón mi querida dama, ¿la he asustau

Ella totalmente ruborizada le contestó...

-Un poquico... pero ¡sí... por favor! este cántaro pesa mucho pa mí... Dibujando una sonrisa.

Juanillo cogió su corcel por las riendas y con su otra mano el cántaro poniéndose a caminar con paso lento al lado de la muchacha...




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1 comentario:

María José Vicente dijo...

Me ha gustado mucho la descripción de los ropajes de Don Alfonso y Juanillo, esas cotas de malla y la diferenciación entre el señor y el escudero.
El encuentro con Beatriz me ha resultado necesario en la historia, ya que Juanillo va cumpliendo años...¿Qué sería una serie de relatos épicos sin batallas, lo religioso y el amor?
Espero en próximas entregas que este amor florezca, así como el ánimo de Juanillo.