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domingo, 15 de junio de 2025

LA VIDA ES POESÍA. 29 JARDÍN Y TREN ELÉCTRICO. AUTOR: LUIS ALBERTO DE CUENCA.

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LA VIDA ES POESÍA


29 Jardín y tren eléctrico.

Poemario: Ala de cisne.

Autor: Luis Alberto de Cuenca.


Locución y realización: Santiago Cerro el Gorrión de las Ondas.


JARDÍN Y TREN ELÉCTRICO.


Para mi nieto, Jaime de Cuenca y Barella.



En el principio, siempre hubo un jardín.


No importa si era tuyo o del vecino,

como dice Pessoa. Un jardín con un pozo

de verdad (no el del juego de la oca,

que no es más que un trasunto de la muerte),

y con un membrillero que, al final del verano,

daba ricos membrillos, y con castaños de Indias,

y con una caseta blanca donde guardar

los útiles que usaba el jardinero.


Y, en medio del jardín, un edificio lúgubre,

cuadrado, de dos pisos idénticos, con una

escalera de piedra que llevaba a la puerta,

normalmente cerrada a cal y canto.


Dentro de aquel siniestro caserón,

que mis ojos de niño poblaban de fantasmas,

se encontraba a la izquierda del hall el cuarto mágico,

divino, inenarrable, donde mi padre había

instalado su tren eléctrico, su Märklin,

en un maravilloso contexto de montañas

con sus funiculares, de un lago de bañistas,

de un pueblo con su Rathaus y su estación de muchas

vías, donde unos trenes descansaban y otros

seguían dando vueltas al circuito,

inmaculadamente coordinados.


Allí estaba, allí estuvo la preciosa maqueta

que construyó mi padre durante tantas horas,

tantos días y tantos años, con el afán

de crear también él, no solo Dios, un mundo

en que el ferrocarril era el protagonista,

y todo funcionaba, y no había retrasos,

ni desdenes, ni angustias, ni ese terrible pánico

que siembra el desconsuelo de saberse finito.


La habitación del tren era un salvoconducto

para viajar tranquilo por el país en guerra

que es, siempre, la existencia.


                                                                                     Pero el tiempo pasó

y comenzó a cantar su canción de exterminio,

y ni el jardín ni el cuarto donde reinaba el tren

lograron escapar de su letal abrazo.


Hoy solo son recuerdos de una infancia feliz.



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Gorrión. Hay que sentir mucho para hacer lo que haces. Has cogido un excelso poema de la nostalgia y lo has convertido en un recuerdo vívido. Uno consigue desaparecer por un momento para encontrarse en la habitación del tren. Nuevamente gracias, por llevarme, junto a don Luis, a los recodos de la infancia.

Un abrazo,
Ismael.

Santi el montador dijo...

Muchísimas gracias, Ismael, el poema de don Luis que me pasaste desde el primer momento me trasladó a y a nuestra infancia. Quién no ha deseado una habitación mágica con un tren que no lleva prisa que simplemente te ilusiona con su juego de vías sin descarrilar... Gracias, Ismael, me pasas siempre verdaderas joyas, muchas gracias.
Dos brazos para que repartas con Isabella.