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miércoles, 31 de mayo de 2023

INSERT COIN. 1 LA GIOCONDA ESTÁ TRISTE.

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INSERT COIN.

1 <La Gioconda> está triste.

Autor: José Luis Garci.


Locución y realización: Santiago Cerro, el Gorrión de las Ondas.


Para Luis Eduardo Aute.


<Era algo mucho más divino que

humano contemplar su sonrisa>.

GIORGO VASARI


Todo empezó en una ciudad llamada París. En un museo de esa ciudad llamado Louvre. Con una pintura de ese museo llamada La Gioconda.

Un vigilante nocturno fue quien primero lo advirtió. Sucedió así: estaba haciendo su última ronda cuando, al llegar a la mitad de la galería, la mirada de ella le dejó petrificado. Era muy extraño. Aquella mujer, en unas horas, había perdido toda su belleza, toda su serenidad, todo aquel aire -tan misterioso, por otra parte- de gran grandiosidad que emanaba de su semblante.


El vigilante se frotó los ojos con las manos y volvió a mirar. Sí. No había duda. Ante él, a un metro escaso, estaba <otra> mujer. De gesto duro, amargo. Con una mueca, entre patética, desolada y sádica, en lugar de su famosa sonrisa.


El director del museo apenas tardó diez minutos en llegar. Se notaba en que se había vestido precipitadamente: venía sin corbata y con el chaleco a medio abrochar. En realidad, no creyó una palabra de cuanto le había comunicado el vigilante por teléfono. Lo que se temía es que aquel hombre se hubiera vuelto loco e hiciera una barbaridad, si no la había hecho ya.


Al <verla> no pudo reaccionar. Era cierto. Sorprendente y absurdamente cierto. No sonreía.


Eso era todo.


El director del museo tembló ligeramente; su cabeza empezó a dar vueltas, unas vueltas muy lentas, y su frente y sus manos se llenaron de sudor. Luego, algo más tranquilo, marcó el número del ministerio de Cultura.


Media hora después, un lujoso coche negro se detuvo ante la entrada del Louvre. Del automóvil bajó, muy deprisa, un señor elegante y con cara de sueño, y dos hombres más, sin duda, escoltas. Haciendo caso omiso de las reverencias, el ministro subió la escalinata de dos en dos peldaños. Al llegar junto a La victoria de Samotracia, el pequeño cortejo corría ya sin disimulos.


El grupo se detuvo ante La Gioconda. El hombre elegante y con cara de sueño, el ministro de Cultura y Educación, despacio, se acercó al cuadro. Lo miró detenidamente. Al cabo de un buen rato pareció sentirse mal y retrocedió un paso; tuvo náuseas y pidió un vaso de agua; se lo bebió de un trago. Después dio la orden de cerrar el museo. Y, por último, se fue con sus escoltas...




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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Una escritura que es cine, pero no cualquier cine, sino el suyo: de autor, de nostalgia por un Hollywood que no va a volver, de plano pictórico, de coyuntura social. Tu montaje, como siempre, excelente. Siempre consigues darle el ritmo adecuado, la imagen sonora precisa. Creo que has sabido interpretar a la perfección lo que Garci quería decir con este relato de diez.

Un saludo,
Ismael.

Santi el montador dijo...

Muchas gracias Ismael. Tenemos la suerte de tener en vida a grandes de la época, luces en sombra a las que dejan olvidadas por el grave virus del país, la envidia. Mi homenaje a Garci, desconocido por muchos sobre todo en lo primero que es, un gran escritor, un Maestro de cine, siempre luchando por enseñar lo grande y bello del primer arte del siglo XX, el cine. Como ves sus relatos están perfumados de la mejor esencia del cine...
Gracias don José Luis por regalar oxigeno de dulces sueños... Porque todo en la vida es sueño, y los sueños, cine son.

Olga Lafuente dijo...

Me ha encantado la sencillez de este relato viniendo de un grande, aunque, como dice Ismael, tu montaje es magnífico.
Reconozco que no conocía esta faceta de José Luis Garci, pero no creo que sea tanto la envidia el motivo del olvido de los grandes, sino de otro gran virus del país que viene de tiempos lejanos: la gala que ha hecho de la ignorancia y el desprecio a la intelectualidad, confundiendo lo primero con humildad y lo segundo con soberbia. Todavía hoy, vemos ejemplos de esto en los medios de comunicación o en personas de nuestro entorno.

Anónimo dijo...

Coño Santi, estaba revisando marcadores antiguos y he visto que has vuelto a publicar. Te perdí la pista allá por el año 2010. ¿Recuerdas la época de nilibreniocuapado? No te acordaras de mi, éramos muchos pero siempre me gusto tu prosa y tu forma de entender la vida, aquel madrid de 2008... Te volveré a leer con afán. Un abrazo.

Miguel Jaldo dijo...

Relato excelente, como siempre, pero además me has hecho participe de una obra de cine de autor, como Garcí hace en sus programas de cine, gracias maestro

Santi el montador dijo...

Gracias por comentar Miguel, realmente estos relatos son todos muy cinematográficos se le nota mucho el amor al cine. Es un gran guionista y escritor, faceta desconocida para muchos, él siempre se presenta como escritor, director de cine fue por accidente, pero bendito accidente porque nos ha legado cine de culto español.